Feliz

Cuentan las crónicas que el Orfeón Pamplonés fue aplaudido durante cinco minutos seguidos al término de su concierto en Washington, ahí mismo pegao a donde se hicieron las fotos no hará mucho Sanz, Yolandamari y Esteban Morrás cuando fueron para allá a echar unas tardes. Por supuesto, nos alegramos mucho mi perro y yo de semejante aplauso –no tengo perro pero sí una tos que hace las veces- y ahora nos preguntamos: ¿qué cojones hace Corpas allá con ustedevusotro? De verdad, lo de este sujeto es asombroso, es el puto Zelig en persona, ni el mismísimo Mocito Feliz es capaz de chupar cámara con tanto ahínco. Por lo que leí, el presidente de la Fundación que recibe subvenciones sin presentar facturas, marchó invitado por el propio Orfeón Pamplonés, que es de un desprendido que jode, según se desprende de este hecho. Claro, si consideramos que el susodicho Orfeón recibe 250.000 euros anuales de apoyo –con lo que les apoyamos todos- por parte del departamento que dirige El Asomao el concepto invitación entonces varía un poco de significado, ya que o el subvencionador casi se autoinvita a coste propio cero o los subvencionados le doran la píldora –esto en los patios de colegio se dice comer la polla- hasta extremos babeantes. Esto es: mientras aquí se le está incendiando una Fundación que él preside y que gerencia –suponemos que bien pagada- la legendaria Maribel Beriain, Mocito Feliz asoma la panocha en las afotos junto con una tal Cristina y un tal Iñaki, otros que tal. Luego con decir cuando vuelva que tenía la agenda muy apretada y que por eso no se pudo dedicar en persona a revisar la propia Fundación que preside ya está, asunto zanjao. Hoy toca el Orfeón en Nueva York. Dios quiera que Woody Allen no se lo vuelva a cruzar y le dé un perrenque esta vez sí.