Pertenencia
La que se ha montao en Arístregui bien se podía haber montao en cualquier otra parte, tal vez no al extremo de puñaladas en carne pero casi. Supongo que todos de una u otra manera hemos vivido en pueblos y supongo que todos de una u otra manera tenemos experiencias de personal que, como está en su pueblo –el pueblo es mío-, hace lo que le sale de las pelotas y si puede, además, joder un rato al vecino, pues mejor que mejor, que se note que llevo aquí toda la vida y tú no. Bueno, me imagino que irá con la estupidez congénita del ser humano, eso de marcar tus propias lindes físicas y mentales y a aquel que ose acercarse un metro pararle los pies de la manera que sea. La gente en los pueblos, en general, es tan normal como pueda serlo al margen de ellos, pero, también en general, hay una sensación muy extendida de hago lo que me sale de los huevos y punto. Llegados a esta situación, otros muchos vecinos optan también entonces por hacer de su capa un sayo y los unos y los otros se van tapando entre sí sus pequeñas o grandes tropelías y aquí no ha pasado nada. Por supuesto, desconozco los entresijos reales y completos de lo sucedido en Arístregui, ni quién jodió la manta a quién ni quién tenía más o menos razón, pero me quedé con esto, que se repite con mucha, con muchísima frecuencia: era un recién llegado. Vamos, que al parecer los recién llegados son ciudadanos de sexta en comparación con el que lleva toda su vida pasándose las mínimas normas de convivencia por el forro polar y actuando a su libre albedrío porque, total, ¿quién se va a preocupar por un pueblito enano como el nuestro? Ya digo, quizá el apuñalado era una peste –o no, no lo sé- y quizá no sea el caso de Arístregui, pero que el personal pasa del sentimiento de pertenencia al de propiedad es un hecho.
La que se ha montao en Arístregui bien se podía haber montao en cualquier otra parte, tal vez no al extremo de puñaladas en carne pero casi. Supongo que todos de una u otra manera hemos vivido en pueblos y supongo que todos de una u otra manera tenemos experiencias de personal que, como está en su pueblo –el pueblo es mío-, hace lo que le sale de las pelotas y si puede, además, joder un rato al vecino, pues mejor que mejor, que se note que llevo aquí toda la vida y tú no. Bueno, me imagino que irá con la estupidez congénita del ser humano, eso de marcar tus propias lindes físicas y mentales y a aquel que ose acercarse un metro pararle los pies de la manera que sea. La gente en los pueblos, en general, es tan normal como pueda serlo al margen de ellos, pero, también en general, hay una sensación muy extendida de hago lo que me sale de los huevos y punto. Llegados a esta situación, otros muchos vecinos optan también entonces por hacer de su capa un sayo y los unos y los otros se van tapando entre sí sus pequeñas o grandes tropelías y aquí no ha pasado nada. Por supuesto, desconozco los entresijos reales y completos de lo sucedido en Arístregui, ni quién jodió la manta a quién ni quién tenía más o menos razón, pero me quedé con esto, que se repite con mucha, con muchísima frecuencia: era un recién llegado. Vamos, que al parecer los recién llegados son ciudadanos de sexta en comparación con el que lleva toda su vida pasándose las mínimas normas de convivencia por el forro polar y actuando a su libre albedrío porque, total, ¿quién se va a preocupar por un pueblito enano como el nuestro? Ya digo, quizá el apuñalado era una peste –o no, no lo sé- y quizá no sea el caso de Arístregui, pero que el personal pasa del sentimiento de pertenencia al de propiedad es un hecho.
17 Comments:
Qué coñazo dais los de los pueblos, la virgen. Bendito el que inventó las autopistas para no tener que pasar por ellos. Todos los pueblos siempre con la misma monserga. Me alegro de ser siempre el forastero.
Yo llevo venticinco año viviendo en un pueblo y para los locales, nunca en la vida seré de allá. Peor pa´ellos. Además, prefiero ser PTV ;P
saludicos
Eva
De pueblo de toda la vida. A la ligera juzgais con normas morales que no sirven para estas zonas. Y quereís imponer sin conocer. El forastero que se adecua no ha problemas. A mi no me dejan andar en caballo por medio de Carlos III y como lo sé no lo hago. Más respeto os falta a los snob.
Salud
Txandríos: ¿el snob soy yo o a quien te refieres, que me pierdo?
Las normas morales me la pelan, las de convivencia son las que me interesan.
abrazos.
Txandríos. ¿Y el forastero que quiere cambiar algo no tiene derecho?. ¿Solamente puede "adecuarse"?. ¿Por qué? Solamente porque ha llegado el último?.
Lo que pasa es que nos jode que venga alguien de fuera y nos diga que hay cosas en nuestro idílico pueblo que se pueden mejorar y que hay más servicios que podemos tener. Me toca las narices que amigos de mi cuadrilla que se fueron con sus padres a vivir a pamplona en los 70-80 y que ahora viven en buztintxuri, sarriguren, etc. , pinten más en el pueblo que yo, que llegué entonces y que soy la que tiene que vivir aquí día a día con mi familia. He dicho
Eva
Las normas de un sitio son las que se adecuan a la convivencia, a eso voy con lo de morales. Pero aquí la moralidad la entendemos casi exclusivamente con el ir a misa o no.
Y el forastero que quiere cambiar algo tiene todo el derecho del mundo, pero por experiencia muchos quieren cambiar la convivencia que no comprenden por sus ideas sin importarle sin son compartidas o no por el resto.
Mucha gente está volviendo a los pueblos e integrándose en su vida, desde ahí MEJORAN con sus aportaciones (es lo que ha pasado en el pueblo de mi madre) y todo el mundo contento y nadie los trata de forasteros.
Ejemplo: no se puede hacer el matatxerri en los pueblos porque señoritos de la capital, que nunca entenderán lo que suponía ese acto en el pueblo, lo persiguen con normás válidas para las ciudades.
Salud
ah, entendido, pero yo no me refiero a introducir en los pueblos normas absurdas, me refiero a que, en general, en los pueblos se mira raro al de fuera, incluso al que no quiere cambiar nada.
salud.
Txandríos, deja a los cutos tranquilos que de lo que se discute hoy es de las miserias del pueblo hacia los del pueblo. El microcosmos aldeano vamos, el gañanismo. El forastero parece que jode hasta cuando entra en el bar del pueblo a hacer gasto. Alguno hasta se malencara: ¿tú, de quién eres? De la pachamama, tontolaba. Huerfanito, y a mucha honra o sin ella, que me la pela.
Nagore, has tocado donde más duele. Casi todos los problemas políticos y de convivencia en esta santa comunidad (comunidad a cualquier escala, desde la de vecinos hasta la foral) tienen sus raíces en esas actitudes. De acuerdo al cien por cien con tu artículo. Felicidades
Wiki, pasa igual en el bar de la ciudad al que no eres habitual y el resto de la clientela sí, o si te cuelas en actos que son para los del barrio y tú no eres... . Es un acto de protección del grupo frente al posible intruso y que mama del más absoluto comportamiento animal que llevamos dentro y que aflora de vez en cuando (os recomiendo lecturas de etología). Es más dado en pueblos pero no se excluye en ciudades dónde también la gente tiende a guetizarse (sin acepción negativa).
Al último anónimo, ¿Puertourraco es navarra?.
Salud
Que yo sepa, el de Puerto Urraco fue un caso de delirio genético, no un problema de mentalidad ni de convivencia. No entiendo tu pregunta, Txandrios. Tampoco consigo saber qué tratas de defender o de demostrar. Ni qué mosca te ha picado con el acertado artículo de Nagore.
Puerto Urraco fue por lindes del campo aunque entre familia. Suponía que lo de santa comunidad era por nuestra foral comunidad y el citado pueblo no está en ella. Y no me ha picado mosca alguna con el artículo pues sirve para debatir, pero por ser de pueblo nunca me siento extraño en ningún sitio si intento "adaptarme al medio" y no que el medio se adapte a mi. Peligroso cuando este medio tiene elementos vivos y coleando.
Salud.
Jorge Nagore: Leo a gusto tus comentarios, pero creo que hoy, precisamente no has estado acertado. En Arístregi, según me he podido informar, de las doce familias, no hay mas que una autóctona, es decir las once restantes son venidas de fuera. Por otra parte, tanto el "agredido" como el "agresor" son venidos de fuera. Y para rematar, parece que al que llegó el último, es decir al "agredido" le nombraron Alcalde hace tres años, nada más llegar. Por tanto, este última anécdota desmontaría todo el argumento de tu artículo.
Jorge: Por otra parte, yo que siempre he sido del pueblo, no fue así mi padre. y además fue inquilino. Conozco por tanto el tema bastante bien. También, habiendo vivido y trabajado siempre en el pueblo me ha gustado observar a la gente, y diré una cosa, los forasteros han sido recibidos bien y, además, con demasiada confianza, dándoles demasiada cancha (Soy de la montaña)Por lo general han llegado a ser Alcaldes y tener cargos con más facilidad que los "de siempre" Yo, siempre me he acercado a los nuevos con espiritu abierto. He llegado a los 60 y me he dado cuenta que casi siempre han terminado defraudándome. Claro, me he dado cuenta tarde. O sea, a la contra de lo hace el Sr. Nagore podría escribir un libro sobre gente venida de fuera en plan maestro. Mal tema este.
Para terminar, en Aristregi, hoy mismo viene la reunión de los once vecinos del pueblo que se solidarizan con el "agresor". El tema es que en mi pueblo vivimos un caso en que una persona venida de fuera nos hizo víctimas a todo el pueblo. No ocurrió ninguna desgracia mayor por casualidad. Al final se logró su destierro del pueblo y su ingreso en la cárcel y después en un reformatorio. Vivimos un infierno de 4 años.
Juan, me da que has leído el artículo a tu aire, cosa que está muy bien. Repito insistentemente que no hablo de Arístregui, hablo de una sensación general que por supuesto se puede dar en el caso contrario, el forastero listillo que se convierte en un santo coñazo y quiere que le paseen bajo palio como a Idi Amin cada mañana o, como el caso que me citas, ya directamente el forastero radioactivo y peligroso. Hablo de ideas generales, no del caso de Arístregui ni de que los de los pueblos sean peor que los que vienen de fuera, porque eso mismo sucede en las ciudades, pero en los pueblos pequeños, simplemente, se nota más por una mera cuestión de tamaño. Un abrazo.
Yo me troncho desbocada hasta con los de los barrios. No me creía la última milonga que se montaron los de Iturrama y su nostalgia tripera, por lo de comilona fraternal, juá, sin acordarse del negocio que hicieron cuando vendieron las "casicas" y las tierras. Y venga de cancha mediática, que hay que llenar espacio. Esas desavenencias se dan hasta en el rellano de la escalera, que me lo digan a moi.
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