Chocante

A los dirigentes –qué palabra más fea- de la batasunada la verdad es que no hay quien los entienda, llevan un porrón de años sin poder presentarse a unas elecciones así sin tener que hacer ingeniería ni verbal ni nominativa para buscar candidatos y nombre y ahora que lo mismo igual pueden contar con la opción de saltar a la palestra a cara descubierta y con todas las cartas sobre la mesa no paran de hacerle guiños a todo lo que se mueve. No sé, tal vez sea yo un ingenuo, pero se supone que entre EA y Batasuna –o Herri Batasuna, que soy muy antiguo- hay unas diferencias bastante notables, desde un punto de vista ajeno al DNI. O al menos las ha habido en el pasado reciente, que desde mediados de los 80 es bastante pasado. Querer borrar todo eso –tanto para los votantes de unos como para los de los otros- en un solo curso, cuando está todavía todo en el aire y por mucho recorrido que hayan hecho aún les queda otro tanto por recorrer es, creo, de una audacia moral cuando menos sorprendente. Es algo así como decirle a la cara al que ha votado EA todos estos años que su única diferencia con el votante de Batasuna es ETA y su presencia o no presencia. Mucho decir, ¿no? Lo mismo vale en el otro sentido, que conste. Bueno, que me apetecía comentarlo, sin más, porque aunque los espacios de identidad puedan ser similares no le veo mucha comparativa ideológica. Porque ésa es otra: aquí se lleva medio siglo hablando del trozo tierra pero en ningún caso de lo que hay encima del trozo tierra. Se conoce que es bastante más sencillo –y efectivo electoralmente- apelar al corazón que a la cabeza y de ahí que hasta estos intentos tan raudos de fusionarse unos con otros incluso no nos choquen. Pero a mi me chocan, claro que me chocan. Quizá sea cierto que soy sólo un ingenuo.