Libretón

El otro día salió publicado en una de esas notas de prensa que los periódicos reproducimos sin cambiar una coma que Caja Navarra había obtenido no sé cuántos millones de euros de beneficios. Está bien, al menos los clientes nos quedamos con la sensación de que nuestra entrega patriótica sirve para algo, como pagar jardines a los directivos y esas cosas que hacen de Savialogos y esos relojes regalados a otros sabios y pagar páginas enteras de publicidad en periódicos nacionales, entre unos cuantos asuntos. Sin embargo, al poco también salió publicado que esa misma Caja Navarra de los millones de euros de beneficios iba a mandar a casa a unos cuantos trabajadores –supongo que ya no cumplen con el perfil jovenzuelo y modernuki y mileurista que tanto gusta a los directivos- y que para ello echará mano de la caja común, no sólo su caja común, si no la del INEM. Esto es: a pesar de que, según la nota, ganan pasta a espuertas, cuando toman decisiones unilaterales que no son fruto de una mala situación económica arramplan con el dinero de todos, que debería de estar para pagar a los despedidos con causa económica objetiva o a los que no tienen empleo por motivos que no tienen que ver con caprichos de pijos. Por supuesto, esto es del todo legal, como casi todo en este país, ya que para eso las grandes entidades del tipo que sea tienen a equipos enteros de abogados currando y cobrando a destajo: para ser liberales en casa y marxistas en la cola del paro. Que no se oiga una sola palabra a nuestro lehendakari, a Yolandamari o a los habituales –incluido el socialista Asiáin- no extraña un pelo, pero que los Iturbe, Señor Cangrejo y cía continúen mirando su libreta a ver si han entrado las dietas con la boca más cerrada que los Cines Iturrama es directamente deleznable.