16 febrero 2013

Gratitud


Como la gran mayoría de los héroes, que, al contrario de lo que le leí a la persona que salvó la vida a otra en el túnel del Perdón, para serlo no tienen por qué morir, están vivos. Y son anónimos, personas como usted y como yo, que no hicieron, ni hacen, ni harán gala de su generosidad y valentía, que no actúan en función de la respuesta que su altruismo va a tener en los demás, que no necesitan el aplauso público de nadie, ni una imagen en la prensa, ni un Me gusta en Facebook ni un sms rendido. Lo llevan dentro. Son así. No hay muchos, pero los hay. Sería complejo localizarlos a todos, pero habría que intentarlo. Para que, aunque solo fuera por una vez -y puestos en pie-, emocionados y agradecidos, pudiésemos ofrecerles el aplauso que merecen. Para que, aunque no les haga falta, sientan por una vez en todos los poros de su piel nuestro aplauso, nuestro cariño, nuestra eterna deuda con ellos, para que reflejados en sus ropas nos veamos y algo de su grandeza atraviese nuestras fibras y quede ahí para siempre. Sé que no va en su naturaleza, sé que precisamente la magia de la vida es hacer muchas cosas positivas sin que nadie se entere, pero creo que en este caso sería de justicia. Pienso que si les concediésemos la Medalla de Oro de Navarra en 2013 devolveríamos –sí, sé que es poco, lo sé- parte de lo que nos han dado. Creo que la consejera Goicoechea puede ser la indicada, porque ella conoce todos los nombres de los defraudadores fiscales que tenían 400 millones de euros en cuentas el extranjero y que nos van a suponer 27,3 millones de euros de recaudación. Yo quiero conocerlos, uno a uno, ver sus nombres escritos en letras de pan de oro, que suene el Himno de Navarra y nos emocionemos, abrazarles, no sé. Qué buena gente, cuánta humildad, qué cabrones de mierda sois.

1 Comments:

Anonymous Txandrios said...

¿Les habrá quedado claro?.
Salud

12:41 a. m.  

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