Testigos
De cargos. Qué maravillosa película y qué maravilloso era
Charles Laughton. El final es sorprendente. No lo es que los llamados a
declarar como testigos por las dietas de Can y sin excepción se mostraran ayer
tranquilos –al igual que Maya, del que dudo que tenga pulso-. Porque a todos
–expertos economistas Catalán, Caro, Jiménez, Iribas, Adanero y Caballero- les
ampara la legalidad, una legalidad creada por ellos mismos y Sanz y Barcina y
Goñi y sus hombres buenos y justos y Alberto Pascual y Amaya Rández –fue
gracioso verles a los dos entrar a votar juntos en el consejo de UPN en
Baluarte- y Sarriá, aquel cuyo hijo tiene una empresa de inversión en la que
también participa Martí Fluxa –ex secretario de Estado de Seguridad y también
hombre bueno en Can- llamada Arcano. Cuando trabajaba en el periódico pasaba
muchas horas husmeando en el arcano, en el que las denodadas compañeras de
archivo tenían guardadas todas las noticias e imágenes publicadas. Arcano. Bien
elegido el nombre. Dice su definición que es algo “muy difícil de reconocer por
lo recóndito, secreto o desconocido”. En eso está la juez, aunque lo que no es
desconocido es que, salvo Caballero, los seis testigos llevan desde antes de
los 30 viviendo casi exclusivamente de la política y sus asuntos colaterales.
Todos legales. Y bendecidos, puesto que también dice la definición que “un
arcano lo es, al menos en parte, por acción directa de algún grupo humano o
voluntad divina”. Iribas igual alega lo de la voluntad divina para justificar
éticamente que le cayeran en el bolsillo miles de euros, como al resto,
testigos y actores, por sus cargos, de esta pésima película por la que pagamos
los indefensos espectadores y sostenedores de la que una vez fue la caja en la
que guardar nuestras cuatro miserables pesetas.
2 Comments:
;-) Un abrazo, Jorge, por aquellos tiempos de las letras verdes y los contactos con lupa.
Belén
Un beso, Belen.
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