26 noviembre 2005


Mariano

Veo en Tele 5 al compañero Lorenzo Sanz, que no es el suegro de Michel Salgado, con la cabeza blanca. Bienvenido al club, Lorenzo, majetón. Pero enseguida me doy cuenta que no, que no son canas, que son copos. Anda Lorenzo con la alcachofa en la mano contándonos cómo está el tiempo en Roncesvalles. ¡Ahhh, quién pudiera estar en Roncesvalles echando un caldo en la Sabina con María Elena, Miguel, Arturo y Mayte, aúpa esos aezkoanos! Nieva en Roncesvalles, pero no aquí, en la Gran Ubre. Al menos a la hora en la que escribo, ni llueve, ni nieva, ni hace frío. Un fiasco. No sé ustedes, pero a servidor eso de nos avisen de que viene la nieve y que va a nevar seguro y que tengamos cuidadín que va a hacer más frío que en la cima del Kangchenjunga no me gusta na, que luego pasa lo que pasa, que nieva en todas partes menos aquí. Ya he mirado por la ventana 30 veces –31, acabo de mirar otra vez-, a ver cómo andamos de estratocúmulos, pero no veo la cosa nada clara y la verdad, tengo verdaderas ganas de que caigan 12 metros de nieve, que granice, que haya vientos huracanados, no sé, algo. Antes, cuando el parte lo daba Mariano Medina, te decía: “Abríguense”. Y te levantabas una mañana de febrero con un nevadón espectacular e inesperado que te hacía llorar de felicidad y le dabas las gracias al gran Mariano por no avisarnos. Ahora no, ahora, con tanta tecnología, te dicen que va a nevar a partir de los 406 metros y que empezará alrededor de las cuatro de la tarde. Te calientan, te calientan y ¿pa qué? Sí, supongo que al final nevará algo, pero seguro que me pilla dormido y además no cuaja, que esa es otra, que no sé de qué material hacen la nieve aquí que, pa cuando cuaja, en Boston ya andan por el medio metro. Pa mí que es el antideslizante de la Barcina.