Gin-tonic
Michel, el de mi pueblo, que es un crack absoluto (suya es la frase: “Países subdesarrollados como Yemen, el Alto Volta y España jamás llegarán a la Luna”), le puso de mote Knopfler. Knopfler y sus rizos llegaban cada año a fiestas del pueblo y en menos lo que dura el solo de guitarra de Sultans of Swing montaba el bar delante de la Opposa, donde se hace el baile. Zas, zas, con cuatro neveras de esas grandes de bar ya estaba. A Knopfler no le han llamao para montar el bar que van a colocar delante del Baluarte, encima del material antes conocido como adoquín, je-je (¡qué poco dura la alegría en casa del arquitecto que ha conseguido poner de acuerdo a toda una ciudad! Eso no lo logra mucha gente: Osasuna, Indurain y tú, tío). Yo entiendo que las elites no conozcan a Knopfler, porque la ruta de Knopfler no sale de los pueblos con menos de 200 habitantes, pero podrían haber preguntao. O a lo mejor sí que lo conocen pero como el chico se ha llevao un disgustillo con lo de quitar el adoquín (yo me ofrezco voluntario para quitarlo, no cobro. O se podría comercializar, como los trozos del Muro de Berlín), pues como que habrán pensao: “Le damos también el bar a Mangado, para que reafirme su ego, tan necesitado”. Espero que al bar se entre por la puerta, que las puertas se abran y se cierren, que la barra no tenga una altura de dos metros, que la terraza no la ponga en las escaleras de bajada al parking, no sé, esas cosas que hacen algunos arquitectos que están más pendientes de su prosperidad y su posteridad que de nosotros, los simples mortales. De momento, el predilecto arquitecto ya ha anunciado que se tratará de un “gran volumen de vidrio prácticamente traslucido”. Coño, pa hacer un Gin-tonic gigante mucho mejor era Knopfler, que los tiraba de muerte.
Michel, el de mi pueblo, que es un crack absoluto (suya es la frase: “Países subdesarrollados como Yemen, el Alto Volta y España jamás llegarán a la Luna”), le puso de mote Knopfler. Knopfler y sus rizos llegaban cada año a fiestas del pueblo y en menos lo que dura el solo de guitarra de Sultans of Swing montaba el bar delante de la Opposa, donde se hace el baile. Zas, zas, con cuatro neveras de esas grandes de bar ya estaba. A Knopfler no le han llamao para montar el bar que van a colocar delante del Baluarte, encima del material antes conocido como adoquín, je-je (¡qué poco dura la alegría en casa del arquitecto que ha conseguido poner de acuerdo a toda una ciudad! Eso no lo logra mucha gente: Osasuna, Indurain y tú, tío). Yo entiendo que las elites no conozcan a Knopfler, porque la ruta de Knopfler no sale de los pueblos con menos de 200 habitantes, pero podrían haber preguntao. O a lo mejor sí que lo conocen pero como el chico se ha llevao un disgustillo con lo de quitar el adoquín (yo me ofrezco voluntario para quitarlo, no cobro. O se podría comercializar, como los trozos del Muro de Berlín), pues como que habrán pensao: “Le damos también el bar a Mangado, para que reafirme su ego, tan necesitado”. Espero que al bar se entre por la puerta, que las puertas se abran y se cierren, que la barra no tenga una altura de dos metros, que la terraza no la ponga en las escaleras de bajada al parking, no sé, esas cosas que hacen algunos arquitectos que están más pendientes de su prosperidad y su posteridad que de nosotros, los simples mortales. De momento, el predilecto arquitecto ya ha anunciado que se tratará de un “gran volumen de vidrio prácticamente traslucido”. Coño, pa hacer un Gin-tonic gigante mucho mejor era Knopfler, que los tiraba de muerte.
2 Comments:
más razón es difícil tener.
Por el precio de compra, montaje y desmontaje de empedrado en el Baluarte nos podrían haber invitado a gin-tonic a la población navarra y parte de la foránea. En fiestas de tu pueblo y todo si quieres. Y nos ahorrábamos disgustos aunque no sé de qué hablaríais los columnistas.
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