15 enero 2006


Unos fritos

Con la rasca que hacía y encima me echan agua por la cabeza. Menos mal que era del Jordán, que es más templao, y no del Athabasca, que si no se me criogenizan las orejas. Eso sí, me he agarrao un trancazo de no te menees y ahora anda mamá toda agobiada. El abuelo dice que mejor, que así cojo defensas pal futuro, que falta me harán. El abuelo lo que es habla por no callar. La noche que papá se puso malo porque se comió más langostinos que Paul Newman huevos duros en La leyenda del indomable, mientras la abuela le decía que no hacía falta, que no iba a llegar la república al día siguiente, vi al abuelo en la tele. Lo curioso es que estaba cenando delante mía al mismo tiempo que hablaba en la tele. No se hizo ni caso. “Pásame la sal”. “Cojonudos estos espárragos, lástima que sean peruanos”. Como un orejón se puso. Y ni se miraba. “Anda, quita eso, que me aburro. Pon la ETB, que echan Mister Bean”. “Fero fi tú no fabes fuskera fafá” le dijo papá. “Qué cruz. Mister Bean no habla, Filis, no habla. E indulta a algún langostino, hijo”, le contestó. El abuelo, cuando se pone, puede ser muy cortante. Luego de que me volcaran el tupperware de agua por la cabeza, nos fuimos a comer. En casa, eso sí, nada especial, un picoteo, unos fritos y unas fantas pa mis primos y punto. “Es que no sabes tú bien, Sonsoles, cómo ha subido el precio del cubierto para un bautizo. Una boda parece”, le decía mamá. “Yo, cada vez que José Luis invita a los presidentes autonómicos, hago lo mismo, hija”, contestaba la otra. Vamos, las conversaciones típicas. Y yo allá, aburrida como un hongo. Y es que desde que a Froilán le han puesto una orden de alejamiento a más de 10 metros de mí, me hastío. Un fenómeno, aunque todo él sea su propio talón de Aquiles. A ése sí que no le lava ni el agua del Jordán.