La Banda
Vuelvo de estar un agradable rato con unos amigos charlando de El Maestro -¿qué pasa, no hay gente que se junta para jugar a padel?- y, entre otras cosas, les cuento que estoy leyendo la autobiografía de The Band (La Banda), escrita por el batería, Levon Helm. The Band fue un grupo colosal, que no sólo acompañó a El Maestro en las giras del 65, 66 y el 74, sino que editaron varios discos que son auténticas obras de arte. El primero se llama Music From Big Pink. El propio Eric Clapton cuenta que disolvió Cream al escucharlo, ya que no tenía sentido hacer lo que otros ya habían bordado. Big Pink (Gran Rosa) era el nombre de la casa en la que vivieron en Woodstock, antes de que Woodstock lo arrasaran los hippies y los niños de papá, que en muchas ocasiones eran la misma persona. Niños de papá muchos de ellos y que se creían que hacían la revolución. Está bien creer en algo, es mejor que no creer en nada. Lo que no está bien es creer que pintar de rosa 40 de las verdes y bonitas fuentes de tu ciudad es algo revolucionario, o que va ayudar para que de alguna manera cambie la política cultural de tu ayuntamiento o de tu comunidad. Luego ya la risa es que en el comunicado en el que reivindicas tal ekintza te autocalifiques de “jóvenes artistas revolucionarias”. Lo de jóvenes, pase, pero lo otro es una farsa. En primer lugar, porque artista es una palabra mayor, muy mayor, tanto como lo pueda ser autodenominarse buena persona, honesta o inteligente. Y, en segundo, porque para revolucionar algo hay que aportar algo mejor, no sólo dedicarse a joder lo anterior. Y, a ser posible, bello, sugerente o inspirador. Pintar de rosa 40 de las verdes y bonitas fuentes de tu ciudad, aunque tengas razón en muchos de tus argumentos, es entonces sólo propio de una banda. De niñatas.
Vuelvo de estar un agradable rato con unos amigos charlando de El Maestro -¿qué pasa, no hay gente que se junta para jugar a padel?- y, entre otras cosas, les cuento que estoy leyendo la autobiografía de The Band (La Banda), escrita por el batería, Levon Helm. The Band fue un grupo colosal, que no sólo acompañó a El Maestro en las giras del 65, 66 y el 74, sino que editaron varios discos que son auténticas obras de arte. El primero se llama Music From Big Pink. El propio Eric Clapton cuenta que disolvió Cream al escucharlo, ya que no tenía sentido hacer lo que otros ya habían bordado. Big Pink (Gran Rosa) era el nombre de la casa en la que vivieron en Woodstock, antes de que Woodstock lo arrasaran los hippies y los niños de papá, que en muchas ocasiones eran la misma persona. Niños de papá muchos de ellos y que se creían que hacían la revolución. Está bien creer en algo, es mejor que no creer en nada. Lo que no está bien es creer que pintar de rosa 40 de las verdes y bonitas fuentes de tu ciudad es algo revolucionario, o que va ayudar para que de alguna manera cambie la política cultural de tu ayuntamiento o de tu comunidad. Luego ya la risa es que en el comunicado en el que reivindicas tal ekintza te autocalifiques de “jóvenes artistas revolucionarias”. Lo de jóvenes, pase, pero lo otro es una farsa. En primer lugar, porque artista es una palabra mayor, muy mayor, tanto como lo pueda ser autodenominarse buena persona, honesta o inteligente. Y, en segundo, porque para revolucionar algo hay que aportar algo mejor, no sólo dedicarse a joder lo anterior. Y, a ser posible, bello, sugerente o inspirador. Pintar de rosa 40 de las verdes y bonitas fuentes de tu ciudad, aunque tengas razón en muchos de tus argumentos, es entonces sólo propio de una banda. De niñatas.
1 Comments:
No se si habréis visto el video que adjuntan al comunicado las "niñatas",pero yo diría que son tíos,y altos los que saltan vallas y esparcen su arte enmascarados/as. En fin...
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