Ora-culo
Acaban de inaugurar un restaurante debajo de casa. Tal vez entre en el segundo semestre de 2009. Yo, lo que diga Solbes. Sí Solbes –Pedro Insolbente- y su ojo clínico dicen que en el segundo semestre de 2009 vamos a dejar de desacelerar –jodida Alonsomanía- y que a partir de entonces ya podemos volver a gastar como si fuéramos de nuevo ricos, lo haremos. Claro, que a lo mejor, como ya somos ricos otra vez, el restaurante, en lugar de tener el menú a 12 como ahora, lo sube a 14, porque también lo ha subido el de al lado o porque el casero les ha subido el alquiler o porque Solbes y su ojo –se sigue la gracia porque no fue grave, no crean- aseguran que vienen buenos tiempos. Me asusto mucho cuando nos afirman que llegan buenos tiempos, sé que es positivo –supongo-, pero eso no me tranquiliza. Si no fuera porque en los malos hay más gente parada, preferiría estar permanentemente instalado en la desaceleración. ¿Y por qué? Porque para mí –advierto que suspendí Economía en la carrera. Luego aprobé. No recuerdo ni una coma. Cosas del cerebro, que es selectivo- que las personas, así en conjunto, no sabemos gestionar bien del todo la alegría, el bolsillo lleno. Es como gestionar el ocio, que hay millones de personas que, como no saben, no paran de trabajar, aunque no les haga falta, y si tú trabajas algo menos –algo menos que un minero de Bristol en 1770-, te llaman vago. Una enfermedad como otra cualquiera. Pues a muchos nos pasa con la abundancia –sería mejor decir la falta de carencias-, que es oír que esto va mejor y creérnoslo. ¿Mejor, para quién? No sé, es complicado, por eso lo suspendí. No obstante, me da a mi que 12 euros de hoy van a ser más fáciles de conseguir que 14 de dentro de un año, así que me bajo a comer. Ustedes coman en casa, tacaños, desaceleraos.
Acaban de inaugurar un restaurante debajo de casa. Tal vez entre en el segundo semestre de 2009. Yo, lo que diga Solbes. Sí Solbes –Pedro Insolbente- y su ojo clínico dicen que en el segundo semestre de 2009 vamos a dejar de desacelerar –jodida Alonsomanía- y que a partir de entonces ya podemos volver a gastar como si fuéramos de nuevo ricos, lo haremos. Claro, que a lo mejor, como ya somos ricos otra vez, el restaurante, en lugar de tener el menú a 12 como ahora, lo sube a 14, porque también lo ha subido el de al lado o porque el casero les ha subido el alquiler o porque Solbes y su ojo –se sigue la gracia porque no fue grave, no crean- aseguran que vienen buenos tiempos. Me asusto mucho cuando nos afirman que llegan buenos tiempos, sé que es positivo –supongo-, pero eso no me tranquiliza. Si no fuera porque en los malos hay más gente parada, preferiría estar permanentemente instalado en la desaceleración. ¿Y por qué? Porque para mí –advierto que suspendí Economía en la carrera. Luego aprobé. No recuerdo ni una coma. Cosas del cerebro, que es selectivo- que las personas, así en conjunto, no sabemos gestionar bien del todo la alegría, el bolsillo lleno. Es como gestionar el ocio, que hay millones de personas que, como no saben, no paran de trabajar, aunque no les haga falta, y si tú trabajas algo menos –algo menos que un minero de Bristol en 1770-, te llaman vago. Una enfermedad como otra cualquiera. Pues a muchos nos pasa con la abundancia –sería mejor decir la falta de carencias-, que es oír que esto va mejor y creérnoslo. ¿Mejor, para quién? No sé, es complicado, por eso lo suspendí. No obstante, me da a mi que 12 euros de hoy van a ser más fáciles de conseguir que 14 de dentro de un año, así que me bajo a comer. Ustedes coman en casa, tacaños, desaceleraos.
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