31 enero 2009

Caos

Ayer hablé con mi madre. Hablo con mi madre todos los días, algo que agradece profundamente Telefónica y de ahí que también casi todos los días me llamen de Telefónica para ofrecerme algún servicio que siempre rechazo porque mi madre me tiene dicho que no hable con extraños. Siempre mantenemos una dura batalla en nuestras locuciones, ya que a mi madre le van más al estilo Ser o COPE, opinativas, y yo soy más de Radio 5 Todo Noticias, me centro más en las novedades importantes tipo ha estallado la tercera guerra mundial o tu padre se ha ido a subir el Mendiaundi y aún no ha vuelto, vendrá como un pollo. Ayer me contó, feliz de la vida, que le habían cambiado de médico, lo que hace su cuarto médico en cuatro años, va al ritmo de Fran Rivera con las novias –otro al que cuando muera habrá que cortársela y guardarla en formol para la ciencia-. Mi madre a simple vista no tiene nada que por sí solo la vaya a llevar a la tumba, excepción hecha de nosotros, pero sí toda clase de goteras molestas por sí mismas y ya no te cuento si se conectan unas entre otras. He salido a ella, aunque en quejica. Claro, cada vez que llega uno nuevo a suplir al que se ha ido porque estaba hasta el gorro del ritmo de trabajo o del escaso -comparado con- sueldo o de todo junto, le dice a mi madre que le gustaría hacer un estudio general, con lo cual la mujer se pega sus buenas horas y días de prueba en prueba. Una vez que ya han parecido encontrar un sistema que permita conjugar todas las variables, ella o él se dan el piro y mi madre –y el resto de pacientes- tienen que volver a empezar. Leo que Salud cuenta con un nuevo cargo en Atención Primaria –del que dependen los centros de salud- para no sé qué de difusión y promoción. Le deseo toda la suerte del mundo y que no le cambien mucho de médico.