07 febrero 2009

Familia tradicional

El padre Caro –cada día se parece más este chico a Felones, con ese hablar pausado y esas manos cruzadas a la altura del pecho, el poli bueno- le pidió la otra mañana a Sanz que “tomara cartas en el asunto”. El asunto, ya saben, es que los del PSN no quieren un romance con carabina y para ellos los consejeros del CDN son como ese hermanito moscardón que está en el sofá pringándose de Chetos mientras tú y tu rival queréis aprender geografía y la criatura no se va a dormir ni a tiros. Total, que Sanz, que es magnánimo, le contesta a Caro que sus dos consejeros del CDN son tan gobierno como el resto, que a ver si se ha creído Caro que le va a sacar una mala palabra sobre el CDN al primo de Zumosol. Pero claro, como Sanz va caliente, a la mínima que el hermanito se va al baño, vuelta a lo suyo, escondido detrás de las cortinas en comisión de seguimiento del pacto presupuestario. Y cuando el chaval vuelve subiéndose la bragueta, les pilla a los otros dos bajándoselas. Y se lleva un sofoco, normal, porque tras años de convivencia familiar llega una persona extraña y delante tuya le está metiendo mano a tu hermano. Y además no quiere casarse, no, sólo vicio. Entonces se reacciona como algunos reaccionan en esos casos, culpando al recién llegado –“esto es una jugarreta del PSN”, clama Burguete-, ni una palabra más alta que otra a tu hermano de sangre, aunque al fin y al cabo sea el único que tiene las llaves de casa. Consumado el acto y satisfechos los instintos, sale a la palestra Jiménez –el poli malo, acompañando sus briosos mensajes con movimientos ora de su brazo izquierdo ora de su derecho- y asegura que, pese a la petición de Caro, ese asunto no es “problema nuestro”. Debe de ser un problema de UPN y de su concepto de familia tradicional. Quita de ahí, niñooo.