Basta ya

Habrá que dejar para otro día lo de tratar de hacer algo de humor con la actualidad o el propio mundo a la vista de que sigue en pie y creciendo ese conejo de chistera que se sacaron Miguel Sanz y Roberto Jiménez para afrontar el otoño hablando de nada para hacernos hablar de nada: el pacto por la convivencia. Si no fuese el dolor de las victimas, de los escoltados, de los insultados, de los amenazados por las bestias tan terrible, tan antiguo y tan actual darían ganas de mandarlos a todos a hacer viento. Bueno, ganas dan muchas, a qué negarlo. Pacto por la convivencia, hay que joderse, como si salvo la minoría que cada día es más minoría los demás no hubiésemos hecho un pacto personal y colectivo hace años en el que seguimos y seguiremos, como si hasta ahora nos hubiésemos estado mirando las pelotas o sacando la zaborra de las uñas con un palillo, como si de repente hubiese otra vez que salir al patio del cuartel a que estos dos o cualesquiera otros nos pongan la medalla de demócratas o de gente de fiar, como si hubiese que estar toda la puta vida machacando una otra y vez la misma cosa, la misma premisa, el mismo salvoconducto que nos permita demostrar –y a otros contemplarnos- dónde estamos, qué pensamos y qué decimos. ¿Qué quiere usted señor Sanz, darle caña a Aralar, a IU? Désela si quiere, pero déjenos a los demás en paz, no nos meta en medio, porque cada uno estamos donde estamos sin necesidad de que ni usted, ni Jiménez ni Zabaleta ni ningún otro burócrata nos tenga que molestar ni un solo minuto más con este asunto, que bastante manipulaos estamos todos ya, que bastante hartos estamos todos ya de haber coincidido en el espacio y en el tiempo con estos iluminaos y con unos cuantos políticos que lo utilizan y nos utilizan. Hala a jugar a pala.