Trini se fue

Dice Trinidad Jiménez –Triiiini, Triiiini, Triiini mon amour- que le “resulta difícil de entender que todos los médicos de Navarra sean objetores de conciencia” ante el aborto. A nosotros nos resultó difícil de entender cuando la nombraron ministra, así que estamos empatados. Pues a ver, Trini, hermana, ¿cuando va a algún sitio se informa de algo o suelta lo primero que se le ocurre para agradar a su feligresía? Si es el segundo caso –que lo es, porque sabe de sobra lo que tenemos por aquí, que para eso su PSN sustenta al gobierno-, que ha soltado semejante ironía tonta para quedar bien ante los suyos, no están los tiempos para ironías, si tiene usted algo serio que decirle al presidente de Navarra o a la consejera o a las navarras se lo dice, que una amiga mía –o de cualquiera- se tuvo que hacer 500 kilómetros con un feto con malformaciones irreversibles, riesgo para la madre e incompatibilidad con la vida para pasar el trance de que le operaran. Y 500 de vuelta. Si tiene usted lo que hay que tener y alguna queja que elevar al respecto para con los mandatarios de la sanidad en Navarra, hágalo y déjese de soltar vaciladitas, ya que es usted, por si no lo recuerda, la máxima dirigente sanitaria del país y no una militante socialista sin más que ha venido por aquí a echar unas firmas y a contarle a Antonio Catalán a la vuelta la “estabilidad” que se respiraba en el ambiente. Pero ni siquiera hablaron de eso, ya se verá más adelante, tiene bemoles la cosa, lo rápido que se reunieron ustedes con UPN en verano de 2007 y lo lentito que es su discurrir por estas tierras cuando se trata de asuntos más a pie de quirófano, como si fuese un trago agradable pasar por los peajes con el futuro convertido en pasado. Una sonrisita, un hasta luego y un “ahí os quedáis”.