Tururú

¡Ahhh, la lluvia…! La lluvia me pone melancólico, nostálgico, me recuerda a las personas queridas. Mi abuela, mi madre, los juegos con los amigos que lo siguen siendo. Los seres queridos. Me recuerda a Pachi Mangado. Ahhh, la lluvia, qué hija de puta eres cuando caes en una ciudad. Le vi hace poco al predilecto en una entrevista-mamada –perdón por el lenguaje soez, lean prospectos-, tan en boga según se reciba o no subvención a fondo perdido por que sí. No le hice mucho caso, pero sí que habló de lo exagerada que le pareció toda la polémica sobre el adoquín de Baluarte y también de su Fundación Arquitectura y Sociedad. Como sabrán, Mangado ha visto la luz y quiere acercar la arquitectura a nosotros, los ciudadanos, tan olvidados. Podría empezar por destinar los 60.000 euros que este año recibió de subvención –ardo en deseos de ver si este segundo año de crisis también se le subvenciona el juguete- a cubrir de una puta –perdón- vez la escaleras de bajada al parking en la plaza del Baluarte. Sí, me repito. Lo siento, soy así. Si su chirgo dura ya seis años tampoco pienso cambiar yo. Si de veras le interesa tanto la practicidad de las obras y que el servicio al ciudadano debe anteponerse al resultado estético, ahí tiene ocasión de demostrarlo. Pero no caerá esa breva, no, porque el predilecto seguro que hasta tiene firmado por contrato con la sociedad que gestiona Baluarte que esa entrada no se puede tocar. Y si se toca, habrá que pagarle. Cambiaría la estética de la plaza. Me la meto por ahí, como comprenderán. En julio ha organizado un congreso en Baluarte. No deseando el mal a nadie, confío en que unos cuantos de sus invitados más ilustres se aostien vivos bajando esas escaleras infectadas de agua como estaban ayer. Arquitectura y Sociedad, tururú.