Cansos

Pues a mi ya me gustaría que viniese la Vuelta a España a la avenida del Ejército. España, ejército, con meta al lado del Baluarte, enfrente de la Ciudadela defensiva. Joder, me encantaría –ya hablaríamos después del dinero, ja-ja-. Me importa una mierda lo que diga Uxue Barkos. Yo en sus gustos no me meto, que no se meta ella en los de los demás. A mi el ciclismo y el jurgol me gustan. Anda y que no lo pasamos bien en El Perdón en el 88, que fue la penúltima vez que la Vuelta pasó por Pamplona, antes de que los salvapatrias decidieran por dónde pueden pasar las cosas y por dónde no o dónde se pueden jugar los partidos y dónde no. Como si a miles de personas nos importara una mierda si la Vuelta se llama de Francia, de España, de Italia, del País Vasco –a Navarra ha llegado decenas de veces y nadie se ha quejado especialmente. Y si se queja, que se joda- o de la RDA. Anda y que no lo pasamos bien aquel día poniendo a caer de un burro a Butanito, cuando al Reynolds le llamaba “el equipo navarro” –él y Javier Ares y Pepe Gutiérrez, perdonamos pero no olvidamos-. Eso no se paga con dinero. O el tormentón de granizo que cayó en el 90, el día que ganó Uwe Raab, que nos tuvimos que poner las vallas encima de la cabeza para que no nos machacara la piedra, el día que los salvadores pusieron dos bombas en Viana y Peralta y los corredores, con un par, decidieron hacer la etapa. Todo eso se lo están perdiendo miles de chavales por culpa de la jodida política, así que si a la señora Barkos le parece mal que se den pasos –aunque le parezcan incorrectos o fuera de sitio- para normalizar las cosas, que se arrasque, que aquí buena parte del personal estamos hartos de que entre unos y otros nos mareen con sus exclusivos intereses partidistas y sus historias electorales.