Harto
Según la sentencia de no sé qué órgano –me pierdo con tanto órgano- las campanas de la iglesia de San Agustín no tienen que reducir su volumen porque no superan los 90 decibelios y, además, “ya estaban ahí hace 500 años”. Tócate las pelotas. Hace 500 años también se ahorcaba al personal en la plaza, no había penicilina y la gente se moría por un catarro. Dice la sentencia, incluso, que las campanas forman parte de una “innegable tradición cultural española”. ¿Y, qué me quiere decir? Vamos a ver si nos aclaramos: las campanas –las de San Agustín o las de donde Cristo perdió el mechero- meten un ruido excesivo, cuarto tras cuarto, hora tras hora, día tras día, año tras año. Son redundantes, pelmas, irritantes e irrespetuosas, en todos los sentidos. Y, por si no lo recuerdan, son un asunto privado de unos señores –privados- que creen en una cosa concreta y que para su única y exclusiva satisfacción poseen unos centros de reunión donde llevan a cabo sus historias, así que no veo por ningún lado por qué el conjunto de la sociedad tenemos que aguantar los ruidos que genera su actividad. Nos sobran relojes. Y tradiciones. Lo que nos falta es silencio y tranquilidad y da igual que ese silencio lo rompan los católicos, los budistas o los brasas de los mormones cuando te tocan el telefonillo a las tres de la tarde para intentar explicarte “las enseñanzas dela Biblia ”. Que se vayan al cuerno, que hagan lo que quieran, pero sin ruiditos, así no pasen de los 90 decibelios –los de la sentencia deberían vivir cerca de alguna y tener el sueño ligero. Veríamos qué opinaban de la “tradición cultural”-. Es muy bonito y tradicional acercarse a lo Viejo a tomar algo y escuchar las putas campanitas, pero algunos ¡vivimos aquí! ¡Y el derecho al descanso ya existía hace más de 500 años!
Según la sentencia de no sé qué órgano –me pierdo con tanto órgano- las campanas de la iglesia de San Agustín no tienen que reducir su volumen porque no superan los 90 decibelios y, además, “ya estaban ahí hace 500 años”. Tócate las pelotas. Hace 500 años también se ahorcaba al personal en la plaza, no había penicilina y la gente se moría por un catarro. Dice la sentencia, incluso, que las campanas forman parte de una “innegable tradición cultural española”. ¿Y, qué me quiere decir? Vamos a ver si nos aclaramos: las campanas –las de San Agustín o las de donde Cristo perdió el mechero- meten un ruido excesivo, cuarto tras cuarto, hora tras hora, día tras día, año tras año. Son redundantes, pelmas, irritantes e irrespetuosas, en todos los sentidos. Y, por si no lo recuerdan, son un asunto privado de unos señores –privados- que creen en una cosa concreta y que para su única y exclusiva satisfacción poseen unos centros de reunión donde llevan a cabo sus historias, así que no veo por ningún lado por qué el conjunto de la sociedad tenemos que aguantar los ruidos que genera su actividad. Nos sobran relojes. Y tradiciones. Lo que nos falta es silencio y tranquilidad y da igual que ese silencio lo rompan los católicos, los budistas o los brasas de los mormones cuando te tocan el telefonillo a las tres de la tarde para intentar explicarte “las enseñanzas de
12 Comments:
Crean ustedes lo que prefieran, pero por favor, no molesten a los demás...
¿A quien se refiere con molestar???
Soy el del segundo comentario, y me parece un excelente artículo. La Iglesia sí que molesta, y sigue pensando que la ley, por algún poder divino, está por debajo de ella.
Esto mismo lo escribió Góngora hace un porrón de años de las mismas campanas, y se llevó un sonetazo de un autóctono de aquí, de los de toda la vida, un PTV del siglo XVII, que lo dejó temblando, por quejica. Txandríos, que no ha ido a un colegio de pago, sabrá más de ello seguro. A ver si lo encuentra que es contundente contra el Cordobés.
Yo siempre he sido más de Quevedo que con lo feo y cojo y ciego que era, ni dios le tosía porque el dominio de la espada debía de ser cojonudo.
Por cierto, si la sentencia dice que no supera los 90 decibelios, que por lo visto debe de ser el límite, no hay más que hablar, está dentro de la ley, por mucho adorno innecesario en el que se recree el juez para que te recrees tú escribiendo este artículo.
Soy el del primer comentario, y respondo a la pregunta del segundo, con lo mismo que ha dicho el tercero, (que es el mismo del segundo si no he entendido mal).
De modo que me parece que pensamos lo mismo.
Como lo explica Jorge, la función de las campanas, corresponde a otros tiempos. Puede ser bonito pero para un ratico, no todo el día.
Pero a ver. Si no entiendo mal, las campanas no llaman a misa, ni tañen a muerto y por ende a homilía de funeral, ni tocan el ángelus. Sencillamente funcionan como un reloj. No entiendo pues, ni las defensas culturales ni los ataques eclesiales.
Es, simplemente que todos aquí tenemos un reloj (si eres político además es un reloj de marca, caro y gratuito) y no necesitamos que un campanario señale los cuartos, las medias, los menoscuartos y los enpuntos. Es una molestia innecesaria. Delito conceptual, que diría mi chico.
Por cierto, que eso de que lleva 500 años... que nos expliquen a los de Sarriguren, por qué el cacho campanario que se han cascado da la paliza cada quince minutos. Y no hay justificación tradicional que valga, que este 'barrio de Pamplona' -según el periódico de Cordovilla-, tiene 3 años.
A ver si va a ser para no llevar al paro al campanero ...
Deberías probar una semana llamando al portero automático del párroco cada quince minutos, incluidas las noches. Creo que ese ruido no sobrepasa los 90 decibelios, y joder al vecino también es una arraigada tradición española.
Orundelico
Si tienes que estar cada cuarto de hora dandole al telefonillo, ¿quien es realmente el puteado?
Excelente el artículo. Irrebatible. ¿Con qué derecho molestamos a unas personas y además sin necesidad?. Todos tenemos reloj. No me des la hora que no te la he pedido.
Lo siento mucho pero no estoy de acuerdo: las campanas estaban antes y al que no le guste que se joda, se vaya a vivir a otro barrio o se ponga climalit. Vivan las campanas y el carillón de la diputación, chis-pón, jódete patrón saca pan y vino chorizo y jamón y el porrróooon. Echo de menos el sonidico del himno de Navarra en estos barrios alejados del centro. Uno bien gordo tenían que fabricar, pero con campanas de verdad, bien caro y sonando cada hora, a ver si se espantan los abertzales y se van al monte y no vuelven. Y no es broma.
Don Din, los abertzales ya estaban en navarra antes de las campanas y me encanta el himno de navarra. Me sumo a lo de dar la tabarra al párroco.
Salud
Publicar un comentario
<< Home