Vicios

Estoy muy de acuerdo en que suban los impuestos del tabaco. Debería estar cada cajetilla a 1.000 euros. Eso sí, si tan malo es –que lo es-, pido idénticas subidas para el alcohol, porque tengo miedo de que un conductor borracho se duerma al volante un día que vuelva del pueblo en el coche con mi rival, se salte la línea y nos matemos. Si por 10 euros te puedes meter 6 cañas de bar en una hora –por 10 euros te puedes beber unas 25 latas de cerveza de supermercado, unos 8 litros- y coger el coche y convertirte en una hipotética máquina de matar, me parece que algo se está haciendo mal, así que no veo cuál es el problema de comenzar a considerar al alcohol como lo que es, una fuente de problemas sanitarios, económicos y sociales de toda clase y condición expendida por absolutamente todas partes a unos precios irrisorios en comparación con el posible daño que puede llegar a causar tanto al que lo bebe como a los de alrededor. Una de las argumentaciones sobre el tabaco es que es un vicio y un lujo y que, el que lo quiera, que se lo pague. Completamente a favor, pero el alcohol también es un vicio y un lujo, por mucho que en este país haya decretos que aún consideren al vino como un alimento para no grabarlo fiscalmente como a otras bebidas alcohólicas. ¡Ah, claro! Olvidaba que España es productora de vino, ese alimento. ¡Déme un bocata de vino, por favor! ¡Y un pincho de rosado! Acojonante el nivel de hipocresía de una sociedad que se cree sus propias mentiras hasta el extremo de arrinconar unos vicios y, por el contrario, seguir permitiendo que otros se mantengan tan ricamente. Luego mucha campaña de No bebas y mucha hostia pero a efectos reales el alcohol –no digamos el vino- es considerado como una bendición del cielo. Y barata, para que nos albardemos todos bien.