29 septiembre 2011

Hígado


Cuando bajo a comer a casa de mi abuela y llego con mucho adelanto sobre el horario previsto por la organización, revuelvo los cajones. Como ya no me hace falta birlar un duro para bajarme a Felipe a por gominolas -porque ya no como gominolas y Felipe se jubiló-, reviso otras cosas. Lo que más me gusta mirar son las decenas de libretas pequeñas de anilla en las que mi abuela hasta hace poco apuntaba, fechadas con su lunes 14 de febrero de 1985, lo que compraba, con su letra clara pero revirada y de boli Bic y en formato columna: lechuga, 25; pan, 30; leche, 60; hígado, 150; vino, 75. Y el Total y así y siempre en el total el sustantivo pesetas. A mi abuela no le ha faltado nunca, aunque tampoco sobrado, pero, eso sí, de vez en cuando me decía: toma y compra de ésos After Eight de menta. ¡Pero no le digas nada a la tía! Duraban dos noches y a los dos el empacho una semana. Y vuelta a empezar. Como le dije una vez: total, para 35.000 días que vas a vivir. Oigo, veo y leo estos días, estas semanas, un aluvión de asuntos relacionados con recortes, inutilidad de gastos emprendidos, excesos gubernamentales a cargo -o cuando menos permitidos- de aquel que nos habló del Cabo de Hornos y sobre todo lo oigo, veo y leo de bocas, ojos y plumas ciudadanas y mediáticas -todos nos equivocamos, faltaría- calladas hasta hace bien poco como mi tía cuando sabía que esas comisuras que se nos quedaban a mi abuela y a mi a la noche no eran normales e incluso pelín caras. Tampoco se trata de andar ahora con el pecho pa fuera -periodista berberecho, todo el día sacando pecho- pero quizá para las siguientes compras mejor que vaya mi abuela, aunque ya no baja porque dice que todas las abuelas le meten codo en la cola: ya sabes, michico, cuanto más viejas, más pellejas. ¿Un after eight?

2 Comments:

Anonymous Txandrios said...

"Cuado se tale el último árbol, se contamine el último río, y muera el último pez, entenderá el hombre que el dinero no se puede comer".

Ahora la versión nabarra: Cuando UPSN termine el pantano de Itoiz, la autovía del camino, la de jaca, el circuito de los arcos, el pabellón arena y el museo a los sanfermines, se dará de cuenta que el cemento y el asfalto no se puede comer, ni medicarse a los enfermos, ni culturizar a la gente. Y cuando nos demos cuenta de que esas obras las han hecho sus amigos y que nos han vaciado las arcas, los correremos a gorrazos.
Y para colmo el borracho del borbón (coincide con las iniciales de B.B. King, pero importante no confundirlo) nos dice que vienen negros tiempos de apretarse el cinturón y se almuerza con unos bogavantes y rodaballos. Prupongo a tu abu para consejera de economía y que desaparezca "Bob esponja" Miranda y esa recua de vividores sinvergüenzas.
Salud

10:36 a. m.  
Anonymous Soyamaiur said...

Yo es que no voy a añadir nada. Llevo pidiendo la guillotina para los soberbios que han viajado a Nueva York como si fuera Corella los últimos tres años y se me dice que no es civilizado. Jo, que alguien me diga cómo ruedan cabezas. Por que vale, indignarnos y eso está bien, y pasear desde la plaza del Castillo por Sarasate, la calle Mayor, Ayuntamiento, Mercaderes y Chapitela, también... pero ¡yo quiero una guillotina! Soy muy básica.

1:12 p. m.  

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