23 junio 2012

Los muchos


En el patio-parque de mi cuñada Minipimer juegan mucho mis sobrinos Adur y Amets. Están pa comérselos. En el barrio hay una familia –una pareja- que a lo que se ve cree que hay poca gente en el mundo y van por el sexto o séptimo hijo. Algo así. Enhorabuena. Amets, que es el sheriff de la zona porque ya tiene tres años y a Bob Esponja le llama Boboja y como tiene una tía que vive en Puente La Reina y decir eso le parece perder el tiempo o muy difícil dice que su tía vive en Puente-Puente, juega mucho con ellos y ayer le pregunté con quién había estado y, con esa sonrisa genial, me soltó: con ‘Los muchos’. Y luego se fue con sus patas cortas y bamboleantes a unos asuntos que tenía a medias con Nathan, al que media hora antes le había atizao con un dinosaurio en toda la cabeza. El ingenio humano es fantástico. Esa familia ya para siempre se llama y se llamará en el barrio Los muchos. Así debiera llamarse UPN: los muchos. Es que son muchos. Tal vez el que no sea de UPN no pueda verlo en toda su extensión, de la misma manera que a mi no me cabe en la cabeza que haya personas del Real Madrid o que tengan discos de Miguel Bosé, pero son un montón. No los suficientes – y bastantes menos que la suma de todos los demás-, pero si los sacas a todos de golpe te copan el parque. Para años y años y años y años y años. Y se reproducen. Y si hay una crisis de gobierno, sobran. Y si se crean nuevos puestos, ahí están. Hay cantera para siglos. Les da igual si mejor o peor, el caso es que la red tejida desde hace décadas no se rompe ni cuando más azota el huracán y además, curiosamente, muchos miles de personas ven como suya esa red y le dan su apoyo. Los muchos de Adur y Amets son encantadores. Estos otros son -aunque no lo quieran- corresponsables de lo que pasa, nos pasa y les pasa.