Iguales

Ya no tengo duda, si es que alguna vez la tuve, que es de las pocas cosas en las que no tengo dudas: la izquierda abertzale –uso lo de ‘izquierda’ de la misma manera que se dice western crepuscular, copiosa nevada, pertinaz sequía o ‘iba ciego como una avutarda’- tiene parte de su sede en UPN. Esos niñatos de papá, gilipollas, con capuchas y esos veteranos que les jalean y les calientan la única puta vena que les funciona –a ambos grupos- los instruye el mismo que luego organiza las fiestas de Juventudes Navarras en Marengo, ellos con el jersecico en los hombros y ellas con dentaduras cristalinas y manoletinas. Son los mismos. Tienen que ser los mismos, algún día compararé fotos y Ekaitz será Jacobo. Porque ambos perpetúan lo mismo y ayudan a que se perpetúe lo mismo: quedarnos en la superficie, como yo usando tópicos sobre jerseys y manoletinas. Qué más quiere el poder de la clase que sea –y los que le bailan el agua- que disponer de unos descerebrados que ven una jardinera o una lechera de los Nacionales o a un buen tipo –o no, qué más da- que tiene su tienda y no debe a esos mierdas de las capuchas nada ni a ningún sindicato nada ni a nadie nada y le sale de ahí abrir y le revientan el escaparate. ¿Qué más quiere? A huevo, se lo ponen a huevo, tanto que es imposible no tener la certeza de que esos dosneuronas van indistintamente a tomar katxis con las chaquetas negras, se las cambian por un Barbour, se alisan el pelo y se toman unos vinos de marca en las txoznas de Roncesvalles y gracias a ellos y a un 1% más el 100% de esta sociedad que equivocada o acertadamente pero que el jueves casi –ojo, casi- motu proprio paró Pamplona tenga que oír y leer la misma mierda infame de siempre lanzada desde donde siempre y por los de siempre. Sois iguales. No tengáis esa duda.